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Por una Iglesia sinodal Eucarística: Cardenal Mauro Gambetti


El día 4 de reflexiones del 53° Congreso Eucarístico Internacional dio inicio con la conferencia pronunciada por el Cardenal Mauro Gambetti, Vicario general de Su Santidad para la ciudad del Vaticano. En su intervención, reflexionó sobre el tema “Por una Iglesia Sinodal-Eucarística”.

Según dijo, si bien se puede decir que la “fraternidad completa” es el fruto maduro de la Eucaristía, también es necesario reconocer que una “Iglesia auténticamente sinodal” es la configuración adecuada de la asamblea que “hace la Eucaristía”.

Expresó la necesidad de regenerar los métodos y prácticas sinodales que deben ser adoptados para que la Iglesia pueda ser memoria viva de la fuente de la praxis del amor. Si esto no se lograra, la humanidad quedaría desprovista de esta fuerza para su camino hacia la reconciliación en el amor, apuntó.

A partir del relato de la multiplicación de los panes, en el evangelio según san Lucas, recordó que el mandato a los discípulos “denles ustedes de comer” sigue vigente y el Señor lo sigue repitiendo a los discípulos y que, a pesar de que sintamos que tenemos poco para tantos, debemos recordar que el milagro de la multiplicación del pan sucede cuando se lo parte y comparte. Dios ha usado pues nuestro trabajo para recrear el mundo.

Señaló que, en el pasaje de la preparación de la cena pascual, en el Evangelio según san Marcos, nos ha recordado que La sinodalidad empuja a la Iglesia del templo a la casa, a convertirse en espacio de escucha y oración, de comida común y de fraternidad. Así para vivir lo que se celebra, se requiere que los tiempos de la liturgia marquen los tiempos de la sinodalidad y generen una «pedagogía sinodal”.

El Cardenal concluyó su exposición señalando el desafío de la Iglesia sinodal: celebrar la Eucaristía teniendo como altar el mundo, donde las personas viven y esperan, sufren y están solas.

Testimonios de sinodalidad

En la segunda parte de la mañana se escucharon tres testimonios que dan cuenta de un compromiso sinodal.

La Sinodalidad es una primavera del Espíritu Santo en la Iglesia

En la primera intervención testimonial, Mons. Raúl Biord Castillo, Arzobispo Metropolitano de Caracas, Venezuela, señaló que la Sinodalidad es una primavera del Espíritu Santo en la Iglesia.

Agregó que es un proceso de conversión que ayuda a pasar del archipiélago individualista de una parroquia o de una diócesis aislada hacia un ecosistema de la pastoral de la comunión.

Así también, dijo que la Sinodalidad nos invita a un proceso de escucha del Pueblo de Dios y del Espíritu Santo que nos abre a la misión. En esta perspectiva, la Eucaristía es un camino que empieza en el sacramento del Bautismo y termina en la misión.

Monseñor Biord expresó que hay que evitar una espiritualidad reductivista y egoísta de la comunión sacramental, sólo con el Cuerpo de Cristo, sin que se abra a la solidaridad y a la comunión con el pobre y el más necesitado.

Estamos llamados a promover una espiritualidad eucarística de la diaconía o servicio en la que comulguemos con la paz y el Cuerpo de Cristo en la Misa, y al mismo tiempo, seamos enviados en esa misma paz al encuentro y a la misión con el hermano, preferencialmente con el más necesitado, concluyó.

La sinodalidad antes, durante y después de la Pandemia del Covid

Seguidamente, Mary Wu (Taiwán) compartió el testimonio de una red de Sinodalidad entre los pastores y fieles antes, durante y después de la Pandemia del Covid.

Explicó que en Taiwán hay algunos desafíos para la Sinodalidad, como la falta de formación en la fe, el envejecimiento de la comunidad de fieles y la poca participación de los jóvenes; el escaso acompañamiento espiritual a los nuevos feligreses, y la poca comunicación entre los distintos grupos pastorales.

Ante esta realidad, dijo, la Sinodalidad se presenta como un camino de Evangelización creativa que integra la fuerza de los jóvenes. La vida y la fe no están separada en la Eucaristía. La alegría de Cristo llena nuestra vida, añadió.

Al concluir su intervención dijo que todos estamos llamados a ser adoradores eucarísticos y a promover la adoración eucarística infantil. Como Iglesia estamos llamados a escuchar y confiar más en los jóvenes. La Sinodalidad debe ser siempre vivida como un proceso de oración.

Vivir la Sinodalidad desde la familia

En el tercer testimonio de la mañana de este jueves, Max Ammann y María Gabriela Ammann (Suiza) comentaron que la Iglesia que peregrina en Suiza tiene una ventaja sinodal y es la vivencia de la común dignidad e igualdad de todos los bautizados.

No obstante, señalan que se enfrentan a una desventaja que consiste en la confusión del proceso sinodal eclesial con un proceso democrático político. Este camino sinodal necesita un profundo y paciente discernimiento pastoral, dijeron.

Destacaron que la familia es una verdadera Iglesia doméstica. Es decir, es posible vivir la Sinodalidad desde la familia, haciendo que Cristo sea el centro de comunión, escucha, decisión y misión en el mundo. De hecho, hay una hermosa analogía entre la Iglesia sinodal y el sacramento del matrimonio, porque son dos espacios de escucha, discernimiento, decisión y misión animada por el Espíritu Santo en el mundo de hoy.

 

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