Fraternidad redimida en Cristo: Hna. Daniela Cannavina
Resumen de la primera conferencia del martes 10 de septiembre.
El punto de la partida o génesis de nuestra fraternidad es el encuentro de fe con Jesús de Nazaret. Ahí está el saber y el sabor de la verdadera fraternidad. Jesús redime la fraternidad en la escucha de su Palabra de vida y alrededor de la mesa de su Cuerpo y de su Sangre que nos hacen hermanos universales, cercanos, compasivos, sin exclusiones y sin fronteras.
El punto de conversión o metanoia de nuestra fraternidad es la Eucaristía. Ahí, el amor sin límites y sin condiciones de Jesús se hace epifanía de comunión, de participación y de inclusión. Porque para Jesús el gesto de partir el Pan es más que un gesto ritual, es una forma de vida en la que no se guarda nada por amor a Dios y al prójimo. La Eucaristía se convierte en el testamento y la memoria de amor de Cristo porque trasfigura toda relación de imposición en libertad, de dominio en gratitud y de indiferencia en solidaridad.
El punto de llegada de una fraternidad redimida es la trasfiguración el mundo herido con la revolución de la ternura de Jesús, Hijo de Dios y hermano universal. Fraternidad que nace de un corazón agradecido que sale al encuentro del hermano y de aquel desconocido en el camino. Así la dulce luz de la Eucaristía ilumina los rostros invisibilizados de las periferias existenciales bajo la sombra de la misma tienda sinodal de la Iglesia. Sólo la luz eucarística hace que las diversidades fraternas se conviertan en fortalezas y no en amenazas. Entonces, el desafío es creer y crear comunidades de hermanos y hermanas redimidas en Cristo que sean más humanas, más horizontales, más eucaristizadas, con sabor a Evangelio y a Eucaristía.