Eucaristía: Salmo de fraternidad: Pablo Martínez
El quinto día de reflexiones del 53° Congreso Eucarístico Internacional inició con la conferencia pronunciada por el cantautor argentino Pablo Martínez, quien habló sobre la Eucaristía Salmo de Fraternidad. Desde su “corazón catequista”, y con la imagen evocativa de una madre que canta a sus hijos para sanar sus golpes, habló de la fuerza de la música cuando ésta tiene la autoridad del amor.
Martínez recordó que la música en la liturgia es la epifanía del misterio celebrado.
En un mundo que parece que cada vez se cierra más a los ruidos, cancelando el ruido exterior se llega a cancelar al otro y al mismo Dios, dijo.
Pablo invitó a escuchar lo que este mundo escucha y canta. Luego hizo una relación entre la música y la fe, marcando la necesidad de un canto nuevo, donde la novedad es Jesús.
El canto ha acompañado siempre la experiencia humana de Dios y Dios mismo ha cantado un constante estribillo: ¿dónde está tu hermano? Ahí debemos evitar el silenciar al hermano como Caín o no dejarlo entrar como el hermano mayor de la parábola; aquí cantar es amar, dar vida y dejar entrar al hermano, agregó.
Finalmente, recordó que la Eucaristía es el canto hermoso de la fraternidad que rompe todo individualismo: ¡Qué bueno es ver que los hermanos viven juntos! Ahora bien, este canto no debe ser algo que la Iglesia canta, sino que la Iglesia se convierta en este canto de fraternidad, convertirse en canto de Dios. Esto es necesario hacerlo en la polifonía que respeta e integra todas las armonías, dando lugar y espacio al hermano y recuperando la autoridad del Amor que hace que nuestro canto sane el mundo.
Ir al encuentro de los hermanos para construir fraternidad: Mons Rafael Cob
En el espacio de testimonios, Monseñor Rafael, Obispo Vicario Apostólico de Puyo y Presidente de la Red Eclesial Panamazónica, REPAM, partió del Salmo 133 para entender la importancia de la unidad entre los hermanos y hermanas en Cristo. Ha enumerado tres palabras: convivir, hermanos y unidos. Recordó que Dios es comunidad, y ha hecho de nosotros seres en armonía, no somos islas.
Destacó que no hay expresión más hermosa que una familia unida que se quiere y se ama. A partir de esto llamó a despertar el impulso misionero para salir al encuentro de nuestros hermanos a construir fraternidad, poner por encima de la ley y la justicia la misericordia y así ser constructores de fraternidad.
Luego, con varias imágenes, mostró el valor de la creación de Dios y su belleza, donde lleva adelante la misión evangelizadora.
En medio de las dificultades que se encuentran en la selva amazónica, explicó que lo que se busca es que la plenitud de vida que nos traído Cristo llegue a todos sobre todo a las minorías, a los más alejados.
Habló del sueño de una Iglesia donde el Evangelio sea inculturizado. Inculturación para aprender de los pueblos ancestrales e inculturalidad para compartir. Es necesario amar la cultura, aprender el lenguaje nativo, conservar la sabiduría de estos pueblos y acompañarlos en sus luchas por la conservación de sus tierras y sus derechos.
La fraternidad es la fiesta de la vida: Hna. Verónica de la Santa Faz
La madre Verónica compartió su testimonio de vida contemplativa que se ha originado alrededor de su primera comunión, cuando su catequista, una hermana de las Hijas de la Caridad, les leyera el pasaje de Jn 6 cuando dice el Señor que “quien coma de éste pan nunca tendrá hambre”. Así empezó su camino vocacional que la llevaría luego a unirse a las Hijas de la Caridad, pero aún sentía que le faltaba. Hasta que en un retiro conoció a Santa Teresa y le movió a unirse al convento del Carmelo.
Ahí, en la vida contemplativa, ha conocido que la fraternidad es la fiesta de la vida. La convivencia armoniosa de los hermanos es lo más dulce y hermoso. El salmista precisamente no hace un discurso sobre la fraternidad, sino que la vive y la hace canto.
Según comenta, la vida contemplativa se interpreta como la alabanza a la Gloria de Dios. Así también se puede vivir la Eucaristía para mirar las huellas de Dios en la humanidad, en cada ser humano. En ella nos alimentamos de la Palabra que escuchamos y que comemos.
La vida contemplativa, que se nutre de la Misa, es la búsqueda del rostro de Dios a través de la humanidad, concluyó.
La esperanza es Jesús presente en la Eucaristía: Mons. Graziano Borgonovo
En la segunda y última conferencia de este viernes 13 de septiembre, Monseñor Graziano Borgonovo, Subsecretario del Dicasterio para la Evangelización, reflexionó sobre el tema “La Esperanza es Eucaristía: camino al Jubileo 2025”. En su intervención extendió la invitación a emprender el camino hacia el Jubileo del 2025. El lema del congreso se une con el lema del Jubileo en la Eucaristía: Cristo presente en la Eucaristía, fuente de Esperanza y fuente para sanar el mundo, dijo.
Agregó que la esperanza es Jesús presente en la Eucaristía y se hace alimento para el camino y es la luz que nos ilumina en las tinieblas que oscurecen nuestro mundo.
Vivimos un tiempo de grandes desafíos, un mundo necesitado de esperanza y es precisamente ahí donde es necesario insertar el tema de la transmisión de la fe. El contenido de la Evangelización es la Resurrección de Jesús, certeza y fundamento de nuestra fe, es el elemento que ha transformado el mundo y que los discípulos saben que no se puede callar.
Destacó que la Resurrección es el contenido y fundamento de la esperanza cristiana. La vida eterna, la resurrección es la verdad sobre Dios y sobre el hombre y pone de manifiesto la esperanza.
Explicó que el Jubileo es una ocasión para reavivar la esperanza, para encontrarnos y para evangelizar con este anuncio que todos necesitan porque todos esperamos. Agregó que es un tiempo de indulgencia, que, si bien no cambia el pasado, permite cambiar el futuro y ver el pasado con ojos más serenos. Es un tiempo de signos de esperanza: paz, transmisión de vida, para los presos, refugiados, inmigrantes, pobres.
A partir del logo recordó que nadie puede esperar solo, siempre y solo juntos, dijo.
Al concluir invitó a prepararnos para el Jubileo, que será una oportunidad de gracias, renovación y santificación.