“Devociones eucarísticas y piedad popular”: Rodrigo Guerra
El Secretario de la Pontificia Comisión para América Latina, Rodrigo Guerra, abrió su ponencia explicando la relación entre la Eucaristía y la Iglesia, destacando que ambas se conforman mutuamente. La Iglesia Católica, entendida como el «Cuerpo de Cristo», es una manifestación visible de la unión en Cristo. Esta conexión no se logra mediante una nueva unión hipostática, sino a través del don del Espíritu Santo, señaló.
De igual forma dijo que la sinodalidad en la Iglesia es entendida como una «reciprocidad necesaria», basada en la unidad que surge del pan compartido y la dignidad común del bautismo. La identidad de cada ministerio se construye a partir de esta relación de servicio mutuo, lo que significa que cada cristiano se define por el servicio que brinda dentro del único Cuerpo de Cristo.
Después, destacó que la Iglesia Católica está reconociendo y valorando cada vez más la profunda espiritualidad que se manifiesta en las expresiones populares de la fe. Tradiciones, devociones y prácticas arraigadas en las comunidades, especialmente en América Latina, están siendo vistas como una fuente de renovación y vitalidad para la Iglesia.
“No es excesivo reconocer que en ocasiones las devociones eucarísticas parecen no estar vinculadas a la dimensión comunional de la vida cristiana. Sin embargo, en regiones como América Latina, esto es compensado con otros factores que hacen de estas devociones un auxilio fuerte para la vida cristiana de muchos fieles e incluso para el descubrimiento de la dimensión comunitaria de la fe”, dijo Guerra durante su ponencia.
Asimismo añadió, que la espiritualidad popular nos invita a recuperar un sentido de asombro y humildad ante el misterio de Dios. Al conectar con las tradiciones y prácticas de nuestras comunidades, podemos experimentar una fe más viva y personal.
Finalmente, manifestó que la Iglesia está viviendo un momento de profunda transformación en el que la espiritualidad popular está jugando un papel central. Al reconocer y valorar la riqueza de estas expresiones de fe, la Iglesia se abre a un futuro más esperanzador y lleno de vitalidad.
